El Mundo
Don Juan Carlos, de 76 años, ha despegado esta mañana de Torrejón de Ardoz en un Airbus 310 rebosante de acompañantes oficiales: cuatro ministros (Fomento, Defensa, Exteriores e Industria); dos secretarios de Estado (Comercio e Infraestructuras); el jefe de la Casa, Rafael Spottorno (con rango de ministro); una quincena de altos ejecutivos (ACS, Indra, OHL, Airbus, Técnicas Reunidas, FCC, CAF-Talgo, Abengoa, Cepsa, Ferrovial, Navantia, Sener, Ineco, Constructora San José y Typsa), y cuatro periodistas de medios públicos.
El Airbus A-310 de la Fuerza Aérea española aterrizó minutos antes de las 19.00 hora local (18.00 hora española) en el aeropuerto de Abu Dabi, donde le dio la bienvenida el ministro de Estado Sultán al Yaber -que dirige la empresa Masdar, con intereses en España- y fue recibido con un cordón de honores militares.
Desde el aeródromo de la capital emiratí, el Rey se dirigió al mausoleo donde reposan, junto a una de las mayores mezquitas del mundo, los restos del jeque Zayed bin Sultán al Nayan, fundador de la Federación de Emiratos Árabes Unidos, para rendir homenaje a su memoria, como suele ser habitual en el protocolo de estas visitas oficiales.
Ayudado por su bastón, el Monarca entró en el mausoleo erigido en memoria del jeque Zayed junto a una de las mayores mezquitas del mundo y, al igual que hizo en su visita oficial de 2008, permaneció unos instantes ante la tumba y se despidió con una inclinación de cabeza en señal de respeto por el primer presidente de los EAU, fallecido en 2004 y a cuyo funeral asistió el Príncipe de Asturias.
En esta ocasión, el Rey no llegó a entrar en la Gran Mezquita, un imponente templo de mármol blanco y 82 cúpulas, cuyo interior ya recorrió en 2008 -como también hicieron los Príncipes Felipe y Letizia dos años después-, en una visita en la que el Monarca pudo contemplar la inmensa sala de oración, con capacidad para más de 30.000 fieles y cubierta con la alfombra persa más grande del mundo.
Este lunes, la agenda comienza con una presentación de Mubadala, brazo inversor del Gobierno del emirato, y continúa con reuniones entre ministros de ambos países, un encuentro empresarial, la firma de varios acuerdos bilaterales y un almuerzo oficial ofrecido al monarca por el príncipe heredero, jeque Mohamed bin Zayed al Nayan.
El martes, una presentación de la ciudad financiera de Abu Dabi completará el programa oficial en Emiratos Árabes, desde donde el Rey de España viajará a la capital kuwaití.
El Rey comienza así en Abu Dabi, la capital federal de Emiratos Árabes Unidos (EAU), una gira entrecortada por la Península Arábiga y que durará hasta primeros de junio. El martes irá a Kuwait City, y de ahí volverá a Valencia para asistir a la final de la Copa del Rey de fútbol. Más tarde, regresará a Bahrein y Omán. Después, dentro de unas semanas, Arabia Saudí. Por último, y de nuevo en el Golfo Pérsico, Qatar.
Estos seis países forman parte del llamado Consejo de Cooperación del Golfo, una especie comunidad europea en sus orígenes basada en una riqueza petrolífera compartida en todos los casos excepto el del sultanato de Omán. Emiratos Árabes Unidos y Kuwait generan cada uno el 10% del total de la producción de petróleo de la OPEP, unos tres millones de barriles cada día.
Las empresas que acompañan al Rey acuden hambrientas de contratos. Entre los más codiciados, el metro de Abu Dabi y dos museos de futura construcción allí (Zayed, en honor al padre de la patria, y Guggenheim, una rama del original en Nueva York como lo fue el de Bilbao). También el aeropuerto de Kuwait, necesitado de una urgente renovación.
Casi todas las compañías españolas están ya presentes en Emiratos, que se compone de siete federaciones además de Abu Dabi, la principal además de capital y donde reina la familia Al-Nayhan. Pero con este viaje aspiran a conseguir más gracias a la diplomacia pública ejercida por el Rey.
Don Juan Carlos conoce muy bien esta zona del mundo, que es junto a América Latina donde más negocios internacionales está haciendo ahora España. Hace dos años y medio estuvo por última vez en Abu Dabi en un viaje personal para asistir a la Fórmula 1. Hace dos años, justo un poco antes de Semana Santa, como ahora, viajó a Kuwait. Entonces lo hizo, sin embargo, sin anunciarlo públicamente. En España se supo tan sólo porque un medio kuwaití publicó una foto del Rey saludando al emir de allí, Sabah al Sabah.
Después vino la caída en Botsuana, el posterior escándalo, y el modus operandi de La Zarzuela cambió. Se acabaron los viajes del Rey privados/públicos. Esta mañana ha despegado con luz y taquígrafos en un viaje de altos vuelos políticos y económicos: Ana Pastor (Fomento); Pedro Morenés (Defensa); José Manuel García-Margallo (Exteriores) y José Manuel Soria (Industria).
Soria se llevará la peor parte en Abu Dabi. Forzado por Mariano Rajoy, presionado a su vez por Bruselas, el ministro de Industria se vio obligado a rebajar las primas que el anterior Gobierno socialista había concedido a las renovables como medio para reducir el déficit.
Masdar, la empresa verde del emirato, se vio perjudicada por este cambio una vez que ya había realizado la inversión en España. Masdar ha denunciado a España ante el tribunal internacional. Madrid espera que este viaje con el Rey sirva para suavizar las tensiones provocadas por tras el repentino ajuste del presupuesto español.
Las empresas persiguen contratos y el Rey, prestigio. La última vez que quiso viajar a Abu Dabi, en enero de 2013, se vio obligado a cancelar la visita debido a motivos personales, entre ellos su mala salud. Ahora ya puede caminar solo con un bastón, ha perdido peso y sólo tiene que hacer dos horas de rehabilitación al día. Lo acompañan el médico y el fisio.
En 2012 quiso recuperar su imagen de infatigable embajador internacional de la Marca España demasiado pronto. Viajó a América Latina (Brasil y Chile), Moscú y la India. Al final, tuvo que regresar a quirófano, de donde ha estado entrando y saliendo hasta el pasado otoño, cuando fue operado con más éxito por el doctor Miguel Cabanela.
Con esta importante misión a la Península Arábiga el Rey pretende remontar en las encuestas y demostrar a los españoles que, 38 años después de la Transición, su reinado aún vale la pena.
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