ABC
LA inminente visita de Su Santidad Benedicto XVI constituye, en sí misma, un acontecimiento histórico, como todo viaje pastoral del Papa. La ciudad de Valencia y el Gobierno autonómico que preside Francisco Camps están volcados en asegurar la mejor organización para los actos del Pontífice, que no escaparán -ni deben hacerlo- al luto por la muerte de los 41 pasajeros de la línea 1 del metro, cuya memoria será imborrable para todos los fieles que acudan al Encuentro Mundial de la Familia.
Sin embargo, este primer viaje del Papa a España perdería todo su significado espiritual si quedara preterido el mensaje de defensa de la familia con el que Benedicto XVI se dirigirá en Valencia a cientos de miles de católicos. Es una visita pastoral en la que el Papa quiere reiterar el valor de la familia no sólo en las enseñanzas de la Iglesia Católica, sino también como factor imprescindible del desarrollo humano y de la estabilidad social. El curso de los acontecimientos ha hecho que esta visita a España coincida con un debate agresivo y hostil por parte de ciertos grupos sociales hacia lo que intencionadamente llaman «familia tradicional», es decir, la que se basa en la relación conyugal entre hombre y mujer. El empeño con el que se están reproduciendo estos ataques, animados por la implantación del matrimonio homosexual -cuya ley se encuentra pendiente de recurso ante el Tribunal Constitucional-, desvela, sin embargo, la dimensión universal del concepto cristiano de familia, pues demuestra su fortaleza histórica al mismo tiempo que lo minoritario de sus alternativas. Eso que llaman «familia tradicional» no es otra cosa que la opción natural y espontánea con la que el hombre y la mujer han organizado su responsabilidad como padres, su asistencia recíproca y su inserción en la sociedad. Por supuesto, toda orientación sexual es respetable y ha de encontrar en el ordenamiento jurídico los instrumentos necesarios para remover las discriminaciones injustas. Pero la familia y el matrimonio, por su propia naturaleza, trascienden la individualidad para entrar de lleno en la realidad social y procreativa del hombre y de la mujer. La familia basada en el matrimonio heterosexual no es un artefacto religioso ni una imposición legal. Antes bien, expresa, más y mejor que ninguna otra institución humana, la autonomía del orden natural del ser humano en la organización de su desarrollo vital.
Por eso, Benedicto XVI está plenamente asistido de la fuerza de la fe que comparten cientos de millones de creyentes, pero también del valor de la experiencia para defender el modelo de familia que se ha acreditado, por sí solo y a lo largo de la historia de la humanidad, como el más ajustado a la realidad humana y al que la Iglesia ha elevado por encima de las limitaciones personales para asignarle una vocación trascendente. Este primer viaje de Su Santidad a España es una gran oportunidad para reafirmar el valor de la familia en la sociedad moderna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario