jueves, 8 de febrero de 2007

El afecto de la discreción

Editorial ABC

 
EL fallecimiento de Erika Ortiz Rocasolano, hermana de Su Alteza Real la Princesa de Asturias, ha causado una honda conmoción en la sociedad española. Su juventud -31 años-, su dinamismo vital y profesional y la estrecha vinculación de afecto y complicidad con Doña Letizia y con Telma, su otra hermana, hace de su muerte prematura una tragedia que ha golpeado no sólo a su familia, sino también a la de Su Majestad el Rey. La sociedad española -en la que la familia Ortiz Rocasolano se ha hecho extraordinariamente popular- siguió ayer con enorme interés y consternación este luctuoso suceso, acompañando así en el dolor a los Príncipes de Asturias y a su familia.

Conviene, sin embargo, alertar sobre la necesidad de no confundir el natural interés por este triste acontecimiento con prácticas seudoinformativas que incurran en intromisiones ilegítimas, por frívolas o morbosas, en la intimidad de la fallecida y de su entorno familiar. La proximidad de la finada con la Familia Real exige, además, una particular meticulosidad en el ejercicio informativo, porque la institución de la Corona constituye un patrimonio común de los españoles, que no pocos deterioran -con absoluta impunidad- haciendo alardes de sensacionalismo, ausencia de rigor y falta de respeto. Que a la Princesa de Asturias no le falte en este trance tan duro el afecto de la discreción general, al que debe añadirse el sincero pesar por una pérdida irreparable.

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