martes, 20 de noviembre de 2007

El Rey: «No estoy triste»

ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS. MADRID.
ABC
 
Su Majestad el Rey volvió a hacer gala ayer de su habitual sentido del humor y, en tono divertido, afirmó que no está «triste» y que su estado de ánimo es el de siempre, tanto estos días en Madrid como hace diez días en Santiago de Chile, cuando se celebraba la Cumbre Iberoamericana. Durante el vino que se sirvió en el Museo del Prado, tras la inauguración de una exposición de Velázquez, Don Juan Carlos mantuvo una conversación informal con un grupo de periodistas y bromeó sobre lo que se había publicado respecto a su estado de ánimo.
Cuando los informadores le preguntaron cómo estaba, el Rey respondió que para qué iba a hablar si cuando va a decir algo ya lo han adelantado los periódicos. Este comentario dio paso a que Don Juan Carlos aclarara que no está triste. De esta forma, negó las informaciones publicadas por algunos diarios que aseguraban que el Rey estaba triste tras los últimos acontecimientos, como la separación (de hecho, no de derecho) de los Duques de Lugo o los ataques a España del presidente venezolano, Hugo Chávez.
Don Juan Carlos destacó que siempre ha encajado los acontecimientos con filosofía. También dijo que había estado cenando recientemente con el ex ministro de Interio, José Luis Corcuera e invitó a los informadores a preguntar a cualquiera de los comensales si el Rey había dado alguna muestra de tristeza en esa cena.
Lo cierto es que en el Reinado de Don Juan Carlos ha habido momentos mucho más difíciles que los actuales en los que, de verdad, el Rey se desvelaba de madrugada y no podía conciliar el sueño por las preocupaciones. Así ocurrió hace treinta años, cuando los secuestros de Antonio María Oriol y del teniente general Villaescusa, o hace treinta y uno, cuando parecía que el Gobierno de Arias Navarro intentaba frenar el proceso de democratización. Episodios que nada tienen que ver con la actualidad.
La conversación del Rey con los periodistas se produjo después de que Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron la exposición de Velázquez en medio de una inusitada expectación, provocada porque en ese acto coincidieron por primera vez los Reyes con su yerno Jaime de Marichalar, después de que se anunciara la pasada semana «el cese temporal de la convivencia conyugal» de los Duques de Lugo. Una separación que fue acordada hace diez días, y no hace tres años, como algún medio ha publicado, y que no ocasionará ningún gasto al contribuyente, ya que Jaime de Marichalar nunca ha cobrado ni cobrará de las arcas del Estado. El Duque cuenta con sus propios ingresos, además de las rentas que le produce el patrimonio inmobiliario que le dejó una tía en herencia.
Cariñoso saludo al Duque
Decenas de periodistas y fotógrafos a los que nunca se suele ver en actos culturales ni de la Familia Real se desplazaron ayer hasta el Museo del Prado con la intención de contemplar el encuentro de los Reyes con su yerno. Sin embargo, el saludo se produjo fuera de las cámaras en el vestíbulo de la pinacoteca, donde aguardaban a los Reyes los miembros del Real Patronato del Museo del Prado, prestamistas de los cuadros expuestos y los autores del catálogo. Entre ellos, se encontraba el Duque de Lugo, en su condición de presidente de la Fundación Axa Winterthur, patrocinadora de la muestra.
Los Reyes saludaron a cada uno de los presentes y a Jaime de Marichalar le dieron dos besos, tanto Don Juan Carlos, que además le dio un abrazo, como Doña Sofía. El Duque de Lugo también estrechó la mano de la Reina e hizo el ademán de besársela. Fue un saludo cariñoso y sencillo, el habitual entre unos suegros y su yerno. Y este gesto se volvió a repetir después en la despedida.
Todo el grupo visitó la exposición, y Marichalar aguantó estoicamente el peso de las miradas y los comentarios durante el recorrido. Cuando la comitiva llegó al salón en el que aguardaba la prensa, los Reyes posaron ante «La fragua de Vulcano» y las cámaras, tras fotografiarles, se giraron 180 grados para enfocar al Duque de Lugo, que discretamente se había quedado detrás.
Cuando terminó la inauguración de la exposición, Don Juan Carlos se desplazó al restaurante Casa Lucio, de la Cava Baja, donde le aguardaba, desde hacía veinte minutos, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton. Ante la sorpresa de los demás comensales ambos almorzaron mano a mano los tradicionales huevos estrellados mientras abordaban los asuntos de actualidad. Después, el Rey recibió en La Zarzuela a los demás participantes en la asamblea del Club de Madrid, que reúne a más de 40 ex jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo.

No hay comentarios: