lunes, 24 de noviembre de 2008

El Escorial, línea directa con la Corte de Felipe II

 
Al principio de los tiempos (y al hablar de San Lorenzo de El Escorial éstos se refieren a la pre-construcción del fastuoso Monasterio en 1563), aquella explanada no era más que un terreno baldío en el que sólo crecían jaras y algún que otro arbusto por el estilo, sustento suficiente para los rebaños que pastoreaban por la zona. Luego, esa pradera se convirtiría en la Lonja de granito por donde entraba el rey Felipe II cuando llegaba a la guarida que él mismo mandó levantar. Lo hacía por el camino de Torrelodones y Brunete. Muchos lustros después, Carlos III elegiría la ruta de Galapagar para llegar a esta señorial localidad cargada de historia y situada en plena sierra madrileña, a 50 kilómetros de la capital.
 

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