domingo, 15 de febrero de 2009

Confesiones del confesor del Rey

Ayer, el diario El Mundo publicó un interesante reportaje sobre Fray Bartolomé Vicens, confesor del Rey.

Se recogen declaraciones de Fray Bartolomé en que habla de la religiosidad de Don Juan Carlos.

Por ejemplo destaca como, después de las burlas de dos políticos con una corona de espinas en Israel, el Rey fue sólo, sin que nadie lo supiera, a besar los pies del Cristo de Medinaceli como desagravio en nombre de todos los españoles. Y sobre los baches en su vida, el dominico dice: «Cuando ha caído en un bache, el Rey rectifica. Son baches en los que le meten otros, pero rectifica». Bartolomé destapa un comentario acertado que, como amigo, ha hecho al Monarca: «Dé gracias a Dios si nota los baches. Eso es señal de que va por una buena carretera y no por un mal camino o por una trocha vecinal.Ahí los baches no se notan: todo es un bache».

ELOCUENTE ENTREVISTA / FRAY BARTOLOME VICENS CONFESIONES INTIMAS DEL CONFESOR DEL REY

Días después de morir el confesor del Rey, «La Otra Crónica» publica en exclusiva revelaciones del fraile sobre sus encuentros con Juan Carlos I, por quien sentía un cariño y respeto especiales.

ANA GIL

Ha muerto el confesor del Rey, Fray Bartolomé Vicens Fiol. Lo que el beato Padre Claret para Isabel II, lo que la monja beata María de Jesús Agreda para Felipe IV. Mallorquín, pintoresco, de la jet balear y playboy converso. «Yo era un golfo, un saldo, hasta que me convertí», decía.

Se ordenó mayor, a los 32 años, y ha fallecido a los 86, el 31 de enero, en Madrid, llevando a la tumba junto a su sotana pulcra y blanca, de dominico, los pecados absueltos del monarca, su confidente desde que Juan Carlos fue coronado Rey de España.

Pero también ha muerto su amigo, su asesor, su consejero -hasta hace días, en su residencia de Madrid colgaba una foto dedicada por el monarca pilotando un barco: «Para Tomeu»-. Y fuera del sepulcro, sobre el terraplén, ha quedado la bolsa de los secretos de Don Juan Carlos.

Cuando al Rey le preocupa la soledad de la Infanta Elena, Bartolomé hace las veces de celestino. Cuando una vedette le intenta extorsionar, el dominico verifica pruebas y tranquiliza al Monarca. Cuando se anuncia el noviazgo del Príncipe con Letizia, el mallorquín le da un acertado consejo. Tras su muerte, La Otra Crónica ha tenido acceso a conversaciones grabadas a lo largo de 2005 para un proyecto inconcluso.

SOBRE LA BODA

Cuando en noviembre de 2004 se lanza la misiva a los medios de comunicación, Bartolomé telefonea al Rey varias veces, los días 1, 2 y 3 de noviembre. «Me dicen que el Rey está ausente, en una cacería. Y después recibo un fax con las firmas de los dos dándome las gracias por mis llamadas». Se acaba de anunciar el noviazgo entre el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz y el monarca, según Bartolomé, no las tiene todas consigo. «Hay un genealogista, Javier Cordero, que está rastreando los orígenes de Doña Letizia por la rama del abuelo paterno, el asturiano Luis Ortiz Velasco, por si encuentra alguna veta noble, algún trazo nobiliario en ese costado del árbol genealógico», aclara. En todo caso, interesa saber de dónde procede la que puede ser Reina de España.

Con gestos y medias palabras, fraile Bartolomé traslada la impresión de que el Rey, una vez casados el Heredero y la periodista, no está muy satisfecho respecto a Doña Letizia, o todavía no ha encajado muy bien esa boda ni el origen y la vida anterior de Letizia. «Ella, si es inteligente, será prudente. Y está sien-do prudente porque es inteligen-te». Esto mismo le aconsejó el padre dominico al monarca.

SOBRE ELENA

El 18 de octubre de 1997, el archiduque George de Habsburgo, de 32 años de edad, nieto del último emperador austrohúngaro, Carlos I, se casa con la duquesa alemana Eilika von Oldenburgo, de 24 años. Más de 350 invitados guardan asiento en la basílica de San Esteban en Budapest. Y entre ellos están el Príncipe Felipe de Borbón y Bartolomé. El dominico intenta justificar su presencia.Quería excusarse por la palabrota que le soltó en una cena en Viena. Y es que su pretensión era que George cautivara a la Infanta Elena, o al revés. «Intenté casar a la Infanta con George. Para ello, monté una cita en Viena». Y la gestión le salió por la culata. «Cenaron, hablaron». Y con impaciencia, una vez cerrada la velada, le dijo al archiduque: «¿Por qué no te declaras de una vez a la Infanta Elena y le pides matrimonio?» Y George le replicó: «Porque no me gusta, no es muy agraciada». Y el padre Bartolomé dio un golpe sobre la mesa, soltó un taco y espetó: «¡Y tú eres un cejijunto! Y en España no nos gustan nada los cejijuntos».

SOBRE UNA VEDETTE

Para el dominico, el Rey no ama, admira. Es así de tajante. Intenta explicarse. «Admiración es la autopista del amor; pero no es el amor. El Rey ha trazado o ha tendido autopistas hacia muchas personas; pero se han utilizado para ir a él. Ellos han ido a él. No él a ellos». Pero a pesar de los pesares, Bartolomé se ha visto implicado en rifirrafes para tranquilizar al Monarca.«Un día, se presentó aquí una mujer. Dijo que quería hablarme, porque sabía muchas cosas. Empezó a contarme lo que ella [refiriéndose a Bárbara Rey, aunque no la llame por su nombre] decía saber y tener bien documentado con fotografías, vídeos, grabaciones de voz, etc. Con 70 millones de pesetas que le dieran, se callaría.Me dijo: «Tengo documentos y tengo testigos». Entonces yo fui por la directa: «Pues vamos ahora mismo a verlo». Y nos fuimos en mi coche con idea de buscar y ver todo eso que decía tener.Me llevó a 10 ó 12 sitios. No a uno ni a dos. Y no había nada de nada. ¡Nada de nada! Después de esto, el Rey me dijo por teléfono: "De lo de anteayer, ni una palabra más". Y la susodicha llamó por teléfono a su mano derecha y suspiró: "El padre Bartolomé lo ha jodido todo"».

SOBRE LOS HOMOSEXUALES

«Soy el Rey de España, no el de Bélgica», confesó don Juan Carlos en mayo de 2005 sobre la ley del matrimonio entre homosexuales.Su homólogo Balduino abdicó durante 36 horas en 1990 para no tener que sancionar la ley del aborto, que iba contra su conciencia y que se promulgó sin su firma. El Rey no hizo nada. Bartolomé lo justifica sin tapujos: «Balduino era un santo. Es un santo.Y estimaba más su conciencia que su trono. Juan Carlos es un católico, creo que un buen católico, pero no es un santo».

SOBRE SU MADRE

Para el Rey, la figura de su madre fue muy importante. «Importantísima -enfatiza Tomeu-, cuando la tuvo cerca y cuando estuvo lejos».El padre asiente con la cabeza y con la expresión cuando recuerda cómo quedó de maltrecha psíquicamente doña María tras la muerte de Alfonsito. «Es un tema muy delicado que se trata siempre con velaturas, con medias palabras o sin palabras apenas, como algo sobreentendido». Y en relación a todo esto, ve a don Juan Carlos como a «un hombre que en sus años de juventud y de madurez ha estado muy solo. La soledad del Rey, por ser Rey, es difícilmente comprensible y difícilmente acompañable. Y esa soledad empieza en la adolescencia y se acentúa con la muerte de Alfonso».

«Una palabra amable es como un día de primavera». Esta es la última frase que doña María de las Mercedes confía al Padre Bartolomé antes de morir el 2 de enero de 2000 en La Mareta, en Lanzarote.Un ejemplo de lo que sufría habitualmente esta mujer. «Fue a propósito de que dos de sus acompañantes, dos señoras de la nobleza estaban hablando entre sí, discreparon sobre algo, de ahí pasaron a discutir y al fin acabaron enfadadas y con palabras ásperas, duras. Fue cuando doña María hizo el comentario de «una palabra amable...».

SOBRE CRISTO

¿La gran preocupación del Monarca? La ejemplaridad. Y también como católico. Aunque en ocasiones, el dominico le ha tenido que explicar algo de teología, Su Majestad sabe lo que se hace.«El Rey es profundamente religioso y puedo asegurar que nunca le ha fallado a Dios. Para él la religión no son prácticas, no son rutinas, son vivencias», argumenta. Y así lo demuestra.

Ante la ofensa pública hecha por Carod Rovira y Pasqual Maragall el 20 de mayo de 2005 en Jerusalén al bromear con una corona de espinas, el Rey decidió disculparse con el propio Cristo en nombre de todos los españoles. Al día siguiente del agravio se fue a besar el pie del Cristo de Medinaceli. Fue solo. No estaba la Reina en Madrid.

SOBRE PRESIDENTES

Al Rey Juan Carlos se le achacan negocios, amigos de moral extraviada, vida muelle, deportes caros y lujosos, cacerías lejanas, cruceros de placer, temporadas de indolencia, una vida bulliciosa de alterne con la jet más frívola y ociosa... un dolce far niente con demasiadas ausencias de su casa, de su jefatura del Estado, de sus conciudadanos...Ante estas habladurías, el dominico comprende y defiende al monarca: «Cuando ha caído en un bache, el Rey rectifica. Son baches en los que le meten otros, pero rectifica». Bartolomé destapa un comentario acertado que, como amigo, ha hecho al Monarca: «Dé gracias a Dios si nota los baches. Eso es señal de que va por una buena carretera y no por un mal camino o por una trocha vecinal.Ahí los baches no se notan: todo es un bache».

Y se nota que confía en Su Majestad. Para el dominico, «el Rey es un hombre de olfato, tiene instinto, tiene inteligencia para bordear las trampas».

En lo que se refiere a sus relaciones de diplomacia y política, el Rey toma distancias. Y quiere a quien quiere. Bartolomé aclara que «no quiere a todos. Sabe que ha de tomar esas distancias también con los jefes de Gobierno. Mira, a Felipe González se lo ganó queriéndolo. Y Felipe González se sintió querido y supo corresponder. Fue leal. Aznar, en cambio, creyó que en todo sabía más que el Rey, y aparcó al Rey. No le consultaba. No contaba con él. En cuanto a Zapatero, no diré si es listo o torpe, bueno o malo... Es un inmaduro».

Y de la inmadurez del presidente, pasa a la psicológica y humana de Gregorio Peces-Barba. A Bartolomé no le gusta nada de nada.«Puede ser que en algún tiempo acudiera a Zarzuela con cierta frecuencia, cuando era presidente del Congreso. Hizo muy bien aquella ceremonia de la mayoría de edad del Príncipe. Es bastante posible que entonces fuese una de las personas que orientaban o aconsejaban, pero ahora está muy devaluado. Sabe crear distancias y enfriar relaciones sin romper nunca con nadie».

SOBRE EL

En la embajada de Rusia, en el invierno de 2004, el diplomático ruso Yuri Dubinin presenta su libro ¡Embajador, embajador! Y ahí estaba Bartolomé. Hablaba con mucha gente y se movía con desparpajo. En efecto, ha sido una persona muy conocida y estimada en ese entorno y ha dirigido una fundación de encuentros hispano-rusos.El libro de Dubinin le dedica un apartado bajo el epígrafe «El guía espiritual del Rey». Y no es para menos.

En otoño de 1981, el padre Tomeu estuvo en la entonces embajada soviética, para preparar de modo oficioso y con bastante antelación el primer viaje de los Reyes de España a la URSS. En 1984 fueron los Reyes, siendo presidente Konstantin Chernienko. En una visita a una bellísima iglesia ortodoxa, el clérigo que predicaba mencionó varias veces la palabra «Bartolomé», y la Reina preguntó si esa iglesia estaba dedicada a san Bartolomé. Le aclararon: «No, no, eran unas referencias de gratitud y elogio al padre dominico Bartolomé Vicens por sus trabajos preparatorios y sus diálogos previos a esta visita de ustedes». Visto lo visto, según el fraile dominico, la Reina se enteraba de poco.

 

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