sábado, 17 de marzo de 2012

Estoril, el refugio de la realeza

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ROSA BELMONTE
ABC

Fue «Casablanca», pero pudo ser «Estoril» la película que mitificara una ciudad de la costa atlántica a salvo de guerras y posguerras. Un nido de espías y el refugio de Familias Reales destronadas. Un destino, además, para los Windsor, estrellas de cine o millonarios como Patiño. Quizá el cine no la marcara con el sello de la leyenda, pero de 1946 a 1969 el portugués eje Estoril-Cascais-Sintra es un referente en el imaginario de los paraísos perdidos de la realeza, la aristocracia y la alta sociedad. Sobre todo, en el de la Familia Real Española. Aunque no siempre fue verano.

El libro «Estoril, los años dorados» (La Esfera de los Libros), de Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, es el salvoconducto para sumergirse en ese micromundo. En el viento de Guincho, la terraza de Santa Marta, «Villa Giralda», «El Saltillo», los bailes de disfraces, las pandillas principescas, el Casino... En los personajes principales y en los secundarios (desde la peculiar Reina María José a esa Magda Lupescu o ese doctor Voronoff que prometía potencia sexual).

Giovanna de Bulgaria, madre de Simeón y hermana de Humberto de Saboya, que murió en febrero de 2000, fue la última de Estoril. Don Juan, el primero. Así lo cuenta Ricardo Mateos Sáinz de Medrano:

«... el 20 de enero de 1946, la prensa portuguesa alertaba de la presencia en el hotel Palacio de Estoril de un grupo de nobles españoles que esperaban con anticipada emoción la llegada a Lisboa del pretendiente a la Corona española, Don Juan de Borbón y Battenberg, Conde de Barcelona, y de su esposa la Princesa María de Borbón y Orleáns. El viaje de los "Barcelona", como la pareja real española sería siempre conocida, se presentaba de manera oficial bajo la justificación de una visita a los padres de Doña María, los Infantes Don Carlos y Doña Luisa, a quienes la real pareja no había vuelto a ver desde los duros años de la guerra de España y de la guerra europea. Pero de puertas para adentro, y en términos de realidad, el objetivo de aquel viaje a tierras lusas era otro, y más secreto».

Turnos de guardia

Don Juan había vivido en Suiza junto a la Reina Victoria Eugenia tras el fallecimiento de Alfonso XIII en 1941. Estoril era un terreno abonado con la avanzadilla de Juan March, José María Gil-Robles o Pedro Sáinz Rodríguez. Nicolás Franco, el embajador español que había sucedido a Sánchez Albornoz, esperó a los Condes de Barcelona con un lujoso Packard, pero Don Juan prefirió coger un taxi. Se instalarían en «Villa Papoila». «Villa Bel Ver» sería la primera residencia de la familia al completo y, ya en 1949, se trasladarían a «Villa Giralda».

Tras los Condes de Barcelona llegarían los Saboya, los Orleáns, los Hungría o los Bulgaria. Pero «Don Juan era el pilar de Estoril», como dice el Rey Simeón. Su presencia, según el autor, «implicaba la existencia de una secretaría política, que no tuvo allí ningún otro pretendiente», y de destacados aristócratas que se alternaban cada quince días para acompañar a la Familia Real. Los nobles españoles tenían turnos de guardia para atender a Don Juan, con gran sacrificio económico para algunos.

Alrededor de las Familias Reales en el exilio, la aristocracia portuguesa y la gran burguesía representada por los Espírito Santo, el mejor apoyo financiero de Reyes y Príncipes. Ricardo estaba más cerca de los París; Manuel, de los Conde de Barcelona. De Manuel y de su esposa, Isabel, era la Casa Santa Marta, junto al faro de Cascais. En verano se llenaba de Borbones, Orleáns, Saboya o Búlgaros. «Allí también llegaba algunas mañanas desde la cercana "Villa Italia", a pie y embozado en su albornoz, el Rey Humberto, que, una vez en la puerta, preguntaba: "¿Se puede uno bañar?"». Mateos Sáinz de Medrano utiliza variadas fuentes. Algunas, directas, y otras, escritas. Desde los informes de Ibáñez Martín, sucesor de Nicolás Franco, al Generalísimo, pasando por el «siempre fuertemente subjetivo» José Luis de Vilallonga o las cartas a su hijo el Infante Don Alfonso de la divertidísima Infanta Doña Eulalia. Sobre la Archiduquesa Augusta: «Parece una vieja bruja, lleva una enorme y mal colocada peluca blanca hecha de pelo artificial que debe de haber pertenecido a un cordero». O sobre la visita de Don Juan Carlos al Pardo al llegar a España para estudiar: «Cuando fue al Pardo a almorzar con Franco volvió diciendo que se había divertido mucho porque le tocaron la trompeta y le saludaron los moros... Dicen que las cosas marchan, pero yo lo veo para largo».

La austeridad de la vida diaria, el trabajo político, las negociaciones con Franco, las decepciones de Don Juan y las tragedias se sucedían (tanto los Condes de Barcelona como los de París perdieron un hijo). También había momentos felices. La boda de María Pía de Saboya (con la Reina Victoria Eugenia encabezando el cortejo real) o la puesta de largo de la Infanta Doña Pilar, momento de exaltación monárquica con españoles acudiendo en masa a «Villa Giralda». Y con la actuación de Pastora Imperio.

Queda la Infanta Doña Margarita, que tiene apartamento en Estoril. La niña que trepaba por los tejados y «se lanzaba cuesta abajo en bicicleta». La que, del frío que hacía en la casa, tenía que calentarse los dedos en agua templada para poder tocar el piano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESTE LIBRO Y ESTA EDITORA SON UNA VERGÜENZA !!! Es la copia exacta del libro que fue publicado en Portugal en Octubre del año pasado por Charles-Philippe de Orléans, miembro de la familia real francesa que vive en Estoril. “Reyes en Exilio” es su título, y hasta tiene las mismas fotos !!! Y que casualidad que la editora de “Reyes en Exilio” es “A Esfera dos Livros”, la casa portuguesa de la editora del libro «Estoril, los años dorados» !!!! Vamos, que la editora española le ha robado la idea al príncipe francés que vive en Portugal, y le ha pedido a Ricardo Mateos Sáinz de Medrano de escribir el mismo libro… una vergüenza !!!