lunes, 5 de junio de 2006

Disparates

MÀRIUS CAROL

La Vanguardia

El diario londinense The Sunday Times ha anunciado la aparición de un libro titulado Duque del riesgo: Genio y figura del príncipe Felipe, que recoge sesenta años de meteduras de pata de Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra. La obra resulta una antología del disparate. La compilación incluye dislates diplomáticos, como cuando, representando a la soberana en la ceremonia en la que Kenia se independizaba oficialmente del Reino Unido, le dijo al nuevo dirigente del país, Jomo Kenyatta, justo antes de arriar la bandera británica: "¿Está seguro de que quiere hacer esto?". Su capacidad para ofender culturas ha tenido momentos altamente apreciados, como cuando se refirió a los ojos de los chinos como ranuras, a los húngaros como barrigudos y a los vestidos de los nigerianos como pijamas.

El marido de Su Graciosa Majestad ha debido aspirar, a lo largo de toda una vida, ser tanto o más gracioso que la reina. Sólo así se entiende que lo único que se le ocurriera comentar, al serle presentada la Asociación Británica de Sordos mientras en el escenario tocaba un bullicioso grupo caribeño, fuera: "¿Sordos? Con esta banda no me extraña que estéis sordos". O que soltara ante distinguidas personas que si un hombre abre la puerta del coche a una dama "es porque el coche o la mujer son nuevos". Y el libro sigue así de suculento hasta la página trescientas.

Por cierto, Felipe de Edimburgo pertenece a una familia de sangre azul por los cuatro costados, como lo atestigua su apellido Mountbatten. Es hijo de la princesa Alicia y el príncipe Andrés, hijo del rey Jorge I de Grecia. Es decir, pedigrí, todo.

La noticia ha aparecido en la prensa al mismo tiempo que un incidente menor, una ráfaga de viento en San Roque que levantó por un momento la falda tableada de la princesa de Asturias. Ello no sólo ha servido para que una televisión y alguna revista se recreara en la imagen, sino también para que presuntos expertos en monarquías atacaran a Letizia Ortiz argumentando que esas cosas le ocurren porque es nieta de un taxista. En dos años la princesa ha dado muestras de una prudencia infinita y de un saber estar indiscutible más allá de su origen o condición.

El currículum del duque de Edimburgo contrapuesto a la biografía de la princesa de Asturias demuestra que la calidad de las personas no está predeterminada por linaje o su alcurnia, sino por su educación y su cultura. Uno puede entender que para ganarse la vida en eso del periodismo la gente utilice cualquier argumento por falaz que sea. Pero de un golpe de aire sacar una conclusión rotunda es puro clasismo, miseria humana.
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

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