lunes, 1 de octubre de 2007

Palabras de Su Majestad el Rey en la inauguración del Curso Académico Universitario 2007-2008

 
Oviedo, 1 de octubre de 2007

En esta solemne apertura de Curso quiero, ante todo, reiterar mi mayor reconocimiento y gratitud a la Universidad española por su brillante trayectoria centenaria, por el prestigio acumulado y el esfuerzo volcado en su misión académica, en su vocación investigadora, y en su afán modernizador del conjunto de la sociedad española.

Un esfuerzo que se refleja en su dinámico presente de servicio a los hombres y mujeres de España, a nuestra ciencia y cultura, a nuestra libertad y a nuestro bienestar.

Una labor que reclama un renovado estímulo y respaldo a sus claustros de profesores, a sus equipos de investigación, a su personal administrativo y de servicios, y a sus alumnos, conscientes de que en la Universidad, en su fuerza y vitalidad, reside la mejor garantía de futuro para todos.

Estímulo y respaldo, sobre todo, para que prosigan con eficiencia en su empeño por alcanzar nuevas cotas de excelencia y por superar los retos de cada momento.

Agradecemos muy sinceramente la amable acogida que nos han brindado las distintas autoridades presentes, en particular las de la Universidad de Oviedo que representa al conjunto de las Universidades españolas en este Acto.

Hoy siento un especial orgullo y esperanza al inaugurar, junto a la Reina, el Curso Universitario para toda España en esta muy querida ciudad de Oviedo.

Orgullo por lo que el Principado de Asturias representa para toda España, por el carácter recio, hospitalario y laborioso de los asturianos, por la solera y dinamismo con que Oviedo se presenta al mundo, y por lo que esta prestigiosa Universidad nos ha aportado y nos aporta.

Esperanza, al mismo tiempo, por las múltiples ilusiones, nuevos proyectos y renovados ideales, que siempre encontramos en quienes integráis la Comunidad Universitaria española.

Nos alegra muy especialmente que este Acto tenga lugar en la Universidad de Oviedo cuando se inicia un importante Curso Académico, marcado por la celebración del Cuarto Centenario de su creación.

Una efeméride por la que queremos felicitar con todo afecto a esta Universidad, fundada por el Arzobispo Valdés Salas, a la que mucho debemos por su fecunda aportación a la más sólida tradición de la Universidad española.

Verdadera cantera de ilustres personalidades, de grandes humanistas y juristas, científicos y profesionales, que han sabido enriquecer nuestra cultura y alentar nuestros mejores afanes de superación.

Como tal, esta Universidad contribuyó a la regeneración cultural española en el tránsito del siglo XIX al siglo XX, gracias al empuje de aquellos destacados intelectuales aglutinados en torno al llamado "Grupo de Oviedo".

A ella también debemos el impulso modernizador, derivado de iniciativas como la Extensión Universitaria, fundada en su seno en 1908.

Aquellos innovadores y sabios profesores demostraron su profunda convicción y compromiso con el papel fundamental que la educación desempeña en el progreso y desarrollo de los pueblos.

Un papel que no ha hecho sino acrecentarse en este mundo en que vivimos, caracterizado por la globalización, el rápido avance del conocimiento, y la implantación de las tecnologías de la información y la comunicación.

Generar, preservar y transmitir el conocimiento, constituyen los tres vértices esenciales de la Institución Universitaria.

Asegurar la formación intelectual y científica de los estudiantes, hacer de ellos profesionales responsables y competentes, así como promover la tarea investigadora, siguen siendo las misiones básicas que nuestra sociedad espera de su Universidad.

Como elemento generador de capital humano y dinamizador de la I+D+i, la Universidad es un factor decisivo para el florecimiento intelectual de la sociedad, para el crecimiento de toda economía abierta, moderna y competitiva.

Pero, también, lo es para formar jóvenes comprometidos con los valores de la convivencia democrática, del entendimiento y del respeto mutuo, de la tolerancia y de la libertad.

Valores que han determinado el más largo período de estabilidad y prosperidad en democracia vividos por España, en el marco del modelo de Monarquía parlamentaria que sustenta nuestra Constitución.

En suma, la Universidad no puede entenderse al margen de su innata proyección social, de su papel crucial en la formación integral de personas capaces de impulsar la España del mañana, en armónica y fructífera vida en común.

Por ello, para encarar con éxito nuestro futuro, debemos hacer de la educación una prioridad esencial, apostar por su extensión y desarrollo.

Hacer de ella un instrumento capaz de lograr la mejor integración de ciencia y humanismo, de acción y reflexión, al servicio de la promoción personal y del progreso colectivo.

Hoy la Universidad redobla sus esfuerzos, no sólo para alcanzar nuevos logros científicos, culturales, económicos y sociales, sino para estimular sus actividades de cooperación internacional, de integración y de solidaridad.

También trabaja con tesón para favorecer el conocimiento de otras lenguas y culturas, así como de nuestro entorno internacional, especialmente europeo, del que depende nuestro bienestar cotidiano cada día más.

En este sentido, España y su Universidad están comprometidas con la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior. Un espacio de competencia, pero también de movilidad y oportunidades.

El Curso Universitario 2007-2008, que ahora comienza, será fundamental para afianzar la mejor participación española en ese gran proyecto universitario europeo.

Un proyecto cuyo éxito requiere mucha coordinación y esfuerzo, contando con la implicación de toda la Comunidad Universitaria Española: docentes e investigadores, estudiantes, y personal de administración y de servicios.

Reitero el profundo tributo de admiración, respeto y gratitud que la Corona debe a la Universidad española en nombre de todos nuestros ciudadanos.

Mi elogio a la muy valiosa y sacrificada labor de sus profesores e investigadores, cuyo esfuerzo diario explica el alto nivel científico y docente de sus Aulas, así como la excelente preparación de miles de nuevos profesionales.

Mi aliento y estímulo se dirigen, asimismo, a todos los alumnos que afrontan este nuevo Curso, cargados de nuevas ilusiones y de la firme voluntad de aprovechar las oportunidades que les abre su formación universitaria.

Al inicio de este Curso Académico, deposito las mayores esperanzas en el conjunto de las Universidades españolas para avanzar unidos en la construcción de una España siempre mejor.

Declaro inaugurado el Curso Académico Universitario 2007-2008.

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